Llegó a esta casa abrazando a sus hijos, enarbolando su sentido de familia a cada paso.
Nuestra vida turbulenta lo puso en un sillón complicado, del que no quiso aprovecharse. Nos enseñó muchas cosas con su conducta. Primero escuchaba, hablaba lo necesario, simple, pensando antes para no herir, sin dejar de decir ni de hacer, sobre todo. Eran tiempos de decirnos: “Cardenales, a las cosas”.
Construyó para todos desde su supuesta “debilidad”: no provenir “del rugby”. Desde ese lugar supo ver el facón debajo del poncho que podrían esgrimirse “en nombre del rugby”. Armaba las jugadas propias y preveía las ajenas; se adelantaba y no se impacientaba. Mostrando las cosas como son, honestamente, fue conductor sin estridencias en esos inolvidables primeros años del siglo.
Honraba su función con absoluto respeto por todos los que supimos disfrutar de tardes a puro rugby.
En el búnker de la Monteagudo casi San Juan, contagió de generosidad a su familia toda, anfitriona ejemplar, que recibió y protegió a tantos jugadores y familias en ese mítico vestuario previo al vestuario.
Sabíamos que las batallas serían duras, pero no estuvimos nunca solos. Lito estaba, siempre.
Con los años, nos quedamos extrañándolo, y era una alegría purpurada cada vez que volvía a pisar nuestro patio. En los últimos tiempos su presencia significaba un pase al optimismo, que era lo que transmitía.
Así como llegó, padre cabal, se va envuelto en su familia, flameando en nuestra bandera. Lo lloran con una sonrisa un montón de amigos, y queda marcada esta camiseta por las huellas de su esfuerzo y su talento en los corazones del club y de todos sus sobrinos.
Más allá de tanta tristeza, ese gran Presidente no nos dejará ser pesimistas. Así que, añorando su agudeza, respetando su compromiso y, sobre todo, aprendiendo de la bonhomía que lo vestía a cada tranco, seguiremos por el camino, sabiendo que un gran tipo nos supo representar y nos pudo comprender. Esto es lo que realmente vale, esto es lo que nos queda.
Lito amigo, siempre habrá un vino esperándote en nuestra mesa, para escucharte, para aclarar tanta pasión con tu sabia simpleza, sin peleas, y con muchas carcajadas en medio de las tareas (lo que siempre nos pintó de pájaro entero).
Lito querido, el eco de tu bulldog nos enseña que Cardenal uno se hace, que nunca estamos solos, y que nuestras acciones valen por el corazón que le ponemos. Tu presencia queda en esta familia, como el legado de tu empuje, como la sabiduría de tu simpleza.
Gracias inmensas por tanta generosidad, Lito querido. De ahora en más vas a estar a nuestro lado, como el VERDADERO CARDENAL que siempre nos alienta, que nos ayuda a comprender, a no bajar los brazos, a buscar el ingoal de nuestras metas.
Bº Sarmiento, 29 de Junio de 2021.
Hermosas palabras!!! Tuve la suerte de conocerlo antes de llegar a Cardenales con nuestros hijos. Fue la persona que me enseñó a ser dirigente y tuve la suerte de integrar como secretario su gestión en la presidencia. Adiós querido Lito. Tus amigos te vamos a recordar siempre. Descansa en paz.
ResponderBorrarHermosa descripción para una gran persona, gran padre, dirigente, tío. Cada cosa q se propuso, lo hizo. Te vamos a recordar siempre también por ayudarnos a pensar las cosas más allá del atropello propio de nuestra juventud, con la pausa justa para hacernos razonar. Un abrazo a toda tu familia Lito querido, tío querido
ResponderBorrarHablo en el verbo presente. Se de su entereza, de su transparencia. DE UNA PERSONA DE BIEN CON MAYUSCULAS. SE QUE QUE SU FAMILIA ESTA ORGULLOSA. LAMENTABLE PERDIDA PARA NALES
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